
Conoce la leyenda del Comte Mal de Mallorca
Mallorca no está exenta de leyendas cuyos protagonistas son recordados por sus malvados actos al pasar los siglos. El Comte Mal (el Conde Malo) es una de ellas y está muy relacionada con el monte Galatzó.
Dicen los pueblos que se asientan en sus faldas, como Andratx o Puigpunyent, que durante las noches de luna llena se pueden escuchar los alaridos del malvado conde, que vaga sobre un caballo negro envuelto en llamas, para expiar sus pecados.
Otra leyenda del conde habla de su obsesión por una monja clarisa llamada Margarita. La monja vivía en el convento de Palma y, justo al lado, había una de las casas señoriales del conde. El Palacio de Can Formiguera tiene una torre muy alta, y dicen las lenguas ociosas que una noche el diablo hizo crecer la torre para que el noble pudiera espiar a su amada.
Una variante de esa misma leyenda habla de un paso subterráneo que unía el palacio con el convento.
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Tras este extenso nombre se esconde la identidad del Comte Mal, el segundo conde de Santa María de Formiguera (1627-1694) quien era el señor de Santa Margalida, las caballerías de Hero, Alcudiola, Puigblanc, Casteller y Tanca, y de la alquería del Galatzó en Calviá.
A los doce años el niño perdió a su padre, el conde original, pero heredó de él numerosos problemas. El primero de ellos era la idea de que debía cobrar un tributo sobre las tierras de Santa Margarita, basado en concesiones reales a su favor.
El otro era la exigencia de ejercer a jurisdicción civil y criminal sobre los habitantes de sus tierras, la mayoría, personas que vivían en el pueblo.
El conde y sus hombres cometieron toda clase de tropelías contra los aldeanos. Peleas, muertos, heridos, abusos de autoridad y el miedo que despertaba al nombrarlo fueron el probable origen de la leyenda del Comte Mal.
El punto álgido de la historia de Ramón Burgués-Safortesa llegó el 24 de noviembre de 1647 cuando el conde mandó a dos criados a asesinar con arcarabuces, unas armas de fuego similares a un fusil, al síndico de Santa Margarita, Baltasar Calafat. Frente a su casa de Palma, situada muy cerca del convento de San Francisco.
Una vez cometido el infame delito, el conde y sus sirvientes marcharon a galope tendido hacia Santa Margarita. Pero Baltasar Calafat estaba herido de muerte, pero aún respiraba, y pudo explicarle al Virrey quiénes habían sido los artífices de su asesinato.
El inicio de la leyenda
El Conde Malo, como ya se le conocía, permaneció con sus sirvientes sólo un día en Santa Margarita, ya que, sabida la acusación del índico, marchó a su finca del Galatzó, donde estaba su madre, a ocultarse.
El resultado del conflicto fue una sentencia del Consejo Supremo de Aragón que daba la razón al pueblo de Santa Margarita y que privaba al conde de ejercer jurisdicción civil y criminal sobre el pueblo.
Además, el Consejo de las Órdenes Militares ordenó al conde a pagar 500 ducados y le prohibió regresar a Santa Margarita por haber instigado el asesinato de Baltasar Calafat.
La historia apunta que el conde quiso rehabilitarse, se consagró al servicio de Su Majestad, creó varias compañías militares e incluso fue nombrado procurador de Mallorca. A pesar de todo, la leyenda del Comte Mal ya había arraigado y aún se cuenta, en las noches oscuras, para intentar asustar a unos niños cada vez menos crédulos.