
Descubriendo Orient
Como si de un pequeño tesoro escondido se tratara, así apreciamos Orient. Rodeado de valles e historia, patrimonio y raíces, Orient es un (pequeñísimo) pueblo situado en el corazón de la Tramuntana.
Allí, el tiempo parece seguir otros patrones. La cadencia es relajada y el ritmo parece acompasarse al devenir de las estaciones. Sin prisa, con pausa y belleza.
Sus poco más de treinta habitantes y, sobre todo, el respeto que sienten hacia la estética, el pasado y el patrimonio, hacen que sea un pueblo de cuento, idílico y especial.
Pasear por sus calles es pasear por la Mallorca de hace 600 años. Casas del siglo XIV y XV, piedra y alma de una Mallorca que a veces se nos antoja remota.
Catalogado como Bien de Interés Cultural, está protegido por su valor histórico. La visita a Orient ya valdrá la pena sólo por callejear entre sus rincones, oler su autenticidad y degustar el ritmo pausado, pero la iglesia de Sant Jordi, del siglo XVIII, es lugar de peregrinación y aparece en la obra del archiduque Luis Salvador.
Su situación en el interior más salvaje de la Tramuntana hace que sea un punto de partida ideal para diferentes rutas de senderismo y una parada perfecta para reponer fuerzas para los ciclistas.
Bunyola, Sóller, Alaró y demás rincones donde perderse y disfrutar de la naturaleza. Y, durante los meses de lluvias intensas, el placer de descubrir maravillosas cascadas que hacen de esa cara desconocida de Mallorca una deliciosa rareza. Como por ejemplo, Es Salt des Freu, un salto de roca situado en un increíble bosque.
Desde La Pérgola os aconsejamos dedicarle un día entero a Orient, pasear sin prisa por sus calles, probar sus restaurantes –pocos pero bien avenidos- y disfrutar de ver cómo un pueblo es capaz de detener el tiempo.